NO GANARON LAS SOMBRAS

Imagen

Logré flotar en un mar embravecido de endorfinas
Conseguí asirme levemente de tu misterio.
Juntos luchamos como titanes.
Al fin, sólo fue un paréntesis intenso,
prolongado,
de luz.

Oscuridad.

Dibujé un suspiro de luz
para guiarte.
Ganaron las sombras.

¿Por qué nos quedamos
en el umbral de mi puerta?
A un paso,
Sólo a un paso.

Abrirse como una flor,
para que te rompan en mil pedazos.

Del respeto a la urgencia
sin tacto,
con violencia;
el desprecio
fue un brusco cambio de rasante.

No, no me digas que me he portado mal.
No, no me hables como a una niña
que robó el tesoro del lobo.
No, no me cosas como a una muñeca de museo.
No, no me maltrates con el poder de la bata blanca.
No, no me juzgues con tu gran dedo acusador.
Porque mi vida puse,
mi aliento,
mi esfuerzo titánico
mi dolor,
mi niño en mi vientre contraido
en mi útero vibrante
en mi sexo hinchado,
paralizado,
roto,
maltratado al fin;
atemorizado,
desvalido.

¿Por qué te llevaron lejos?
Si nos necesitábamos.

Y no,
no ganaron las sombras.
Tus ojos,
dos antorchas,
me devolvieron
la luz
robada.
Alumbrando el camino
de regreso,
tomando impulso
aún con la sombra del alma,
aún con el peso de las lágrimas.
Recordando el saber animal
de los siglos.

De sangre,
de fluidos,
de sudor,
de leche,
de dolor también
está hecho el amor.
De leche,
Sobre todo de leche.
Y de brazos,
Muchos, muchos brazos.
Y de sábanas compartidas,
casi prohibidas, de mal vistas.
Y de manos
Y de besos.
Y de abrazos
Y de miradas.

No,
no nos lo robaron.
Ni el parto en casa,
ni el amor,
ni los ancestros,
ni el saber hacer,
ni el saber estar.
No,
no pudieron,
nada pudieron.

© Mayca Soto

(A Unai, que se hubiera merecido nacer en casa)
(A Ferran, por su amor)
(A la doctora Ortrud Lindemann y a la comadrona Inma Marcos, por su apoyo)

Un comentario »

Replica a 3enFamilia Cancelar la respuesta